Es sumamente adecuado que haya playa. Que la brisa este en su punto y soplando como debe, del mar hacia la palapa donde nos encontremos. El pez debe estar dispuesto en el plato en forma horizontal debiendo tener especial cuidado que la boca este convenientemente abierta y que los dientes sean visibles, como si el pez fuera un convidado mas a esta comida y no un simple alimento. El color del huchinango es importantísimo, lo define por completo, aunque nadie sabe con certeza el color del infierno el huachinango debe exhibir este color, un rojo atenuado por la cocción a que haya sido sometido, si hay salsa hay que buscar entre ella sin temer ensuciarnos los dedos, sin color rojo el huachinango es inexistente. Para comerlo arrojemos primero a la arena, disimuladamente, abajo de la mesa es un buen lugar, todos los utensilios de que nos hayan provisto, no vamos a necesitar nada, salvo la mirada y un pensamiento. Fijemos pues la mirada en el huchinango con religiosa devoción, no olvidemos que asistimos a un acto litúrgico, el cadáver del huachinango yace adornado en nuestro plato, y al momento de morder con ojos ávidos la consistencia marina del pez nuestro pensamiento debe ser solo uno: el circulo no tiene principio ni fin.
