La guitarra es tocada por una mano divina, sobre las cuerdas se deslizan dedos llenos de sabiduría que insinúan caricias sobre ese cuerpo resonante, la luz es negra, oscura y densa como el corazón de la noche, ese corazón de pronto herido por las notas de la reina dominante: Isis Kahos. Y ella empieza a brillar:
…las estrellas son insectos,
Tu piel es un papel
Y yo soy una hondura
Que sueña con poder
Estar en ti
oh en ti
Toca la guitarra con los dedos de la noche y canta con la fuerza violenta del mar de Zicatela. Isis Kahos es también una santa transida de dolor y desesperación, una presencia extraña en este bar lleno de humanos. Cuando Isis Kahos dice adiós y no vuelve, a pesar de la rechifla que reclama su presencia, uno empieza a dudar de que haya existido, todas las cosas han recuperado su aspecto normal y hay una pregunta que flota en el ambiente ¿Fue real o qué?