jueves, septiembre 29, 2005
Ornela
por el estrecho de los días en calma mis sueños y mis noches van
con su materia lábil
se dibuja el éter
para que los recuerdos titilen pegados
a la dermis de su refugio de hadas
nada que valga como el instante
cuando mi ternura
se explica en el espacio abierto que tus ojos me prodigan
para que mi deseo escancie en tus labios un beso de amaranto.
Un poema de Fernando Amaya, que nos relata como le fue revelado:
Hace unos días, en la parte húmeda de la selva seca, bajo un toldo que nos hacía vecinos de la lluvia, la musa dejó de ser ilusión sobre espejismo, escuchó mi canto, y sus ojos desprendieron la lluvia de su alma. Camarada, te lo estoy contando y casi no lo estoy creyendo, pero juro por Sabines y Neruda, que eso me pasó a mi.
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